El polvo de mi vida con la mujer de mi vida

Digamos que me llamo Carlos, soy un joven emprendedor con más dinero del que pueda gastar en toda mi vida y ayer conocí una chica y siento que es la chica de mis sueños. Se llama Dania. Todo paso cuando regresaba de la oficina muy cansado y no había tenido relaciones sexuales desde hace un mes. Me tope una vecina que fumaba por las escaleras del edificio.

Ella llevaba una camisa muy clara y se le notaban mucho las tetas. No pude evitar mirar lo apetitoso que se veían y el buen tamaño que tenían. No es que me excité descontroladamente, pero si pensé rápidamente como seria meterle mi polla entre las tetas. Saque un cigarro y me puse a fumar a su lado.

Le dije – ¡Hola! Primera vez que te veo, ¿te acabas de mudar? Yo soy Carlos. – Y muy amablemente me responde: “hola”. Con una sonrisa cordial y me dice que su nombre es Dania. Me empieza a contar que hace pocos días que se mudó pero aún no se termina de arreglar. Entonces recordé una botella de vino que tenía en casa y quise tomar el riesgo. La invite a tomarnos algo para que empezara a adaptarse a su nuevo piso y así empezaba con un amigo.

Me pareció increíble que solo dijera: “¡sí!”. Y luego me acompañara a mi piso. Entro y fue directamente al bar donde se paró mirándome como pidiéndome que le sirviera. Tome un vaso y luego de dárselo, rápidamente lo tomo. Curiosamente empezó a hablar mucho más después de tomar el primer trago. Paree que se relajó muy rápido después de eso y empezó a contarme cosas de su vida.

Me contaba como la paso muy mal en el colegio y luego de grande ya pocas veces le ha gustado socializar. Luego empezó a hablar de algunos novios que había tenido y la primera vez que estuvo con una chica. Yo estaba flipando justo cuando me empezó a describir la primera vez que se masturbo. Parecía que era imposible todo lo que estaba pasando y que en el algún momento me despertaría sabiendo que estaba soñando.

Justo en un momento de risas, se me apetece ir al baño para soltar un poco de tanto vino que había bebido y mirándome al espejo me preguntaba si era posible haber escuchado eso de una chica que apenas estaba conociendo. Cuando vuelvo a la sala todo se puso más irreal, Dania se había quitado la ropa y se estaba masturbando sobre mi sofá. Como si estuviera en su casa y yo no estuviera ahí.

No es que me estaba esperando con las piernas abiertas, es que ella literalmente se había excitado con sus relatos y no se limitó para masturbarse en la casa de un hombre que apenas estaba conociendo. No tuve el valor de quitarme la ropa, no sabía realmente que debía hacer porque esas cosas no pasan en la vida real. Nadie te puede preparar para eso y estropearlo es lo que más temes en ese momento.

Entonces solo me senté a su lado mirando y con mis manos entre mis piernas, cuando de pronto sin verme a los ojos, ella me quita las manos y empieza a bajar mi bragueta. ¡Estaba pasado realmente! Con una mano me masturbaba pero ya mi polla estaba muy dura, ella la miraba y seguía tocando pero yo no sabía si estaba bien que le agarra las tetas. No entendía de qué iba el juego; si solo era que nos íbamos a tocar o también podíamos follar. Hasta que ella se acercó a mi boca para besarme y ya todo estaba dicho.

Luego de jugar con sus tetas, empecé a quitarle la ropa y ella sin avisar, se levanta y se quita el pantalón. Siguió besándome y con los ojos cerrados se mete mi verga en su coño; la raja más estrecha que he penetrado en mi vida. Nunca había estado tan excitado y sentía que mi pene estaba más grande de lo común, no quería que dejara de moverse y ella no pretendía hacerlo.

Solo se movía descontroladamente mientras gemía suevamente. Sus senos estaban justo en mi cara y no podía de dejar de besar sus pezones. En algunas ocasiones quise ponerme sobre ella, pero la verdad es que sentí miedo de que si intentaba hacer algo que no haya sido su idea, tal vez todo se podía acabar. Quería que durara para siempre, correrme podía hacer que ella se desanimara pero en ese momento sentía que me podía venir mil veces y mi pene no dejaría de estar duro.

¡Pero paso, aunque no por mí! Luego de tener varios orgasmos moviéndose sobre mí, se queda quieta sin moverse unos minutos. Solo me abrazo mientras respiraba muy fuerte y yo aprovechaba de sobar su espalda y apretar su rico culo. Cuando de pronto se levantó y empezó a subirse los pantalones. Se amarro una cola en el cabello y salió por la puerta diciéndome: “nos vemos”.

Tuve que pajearme pero no fue muy difícil eyacular luego de lo que había pasado. Sin duda mañana pasare por el mismo lugar y tal vez esta vez, quiera quedarse a dormir y despertar conmigo.

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