Soy un hombre de 1.83 centímetros y ahora mismo tengo 35 años. Mi pene no es largo pero se puede decir que está bien con 14 centímetros. Algo carnoso y con prepucio. Me case hace mucho y tengo una esposa con tres hijos; sexo regular como cualquier matrimonio pero realmente con ella no doy rienda suelta a mis deseos.
Tengo una tienda de carne, se puede decir que es una carnicería aunque también se venden otras cosas. Un día trabajando en mi local, entra una mujer de unos 50 años. No era muy alta y tampoco tenía senos grandes, pero un culo bastante decente comparado con otras de su edad.
No puedo recordar como empezó la conversación pero luego de un rato, ya parecía que nos conocíamos de hace años. Luego de un rato, habíamos quedados para vernos en algunas horas. Pero justo en ese momento llego mi empleado y rápidamente la llame para ir a verla de inmediato.
Subí a mi automóvil con una botella de vino y la recogí; nos fuimos a un lugar desierto porque ella quería conversar tranquila mientras tomábamos algunas copas. Estando ya solos en un lugar apartado, mientras ella disfrutaba su bebida, yo empecé a tocarla lentamente. Metí mis menos entre su pecho y ella apretaba mi muslo y mi entrepierna.
Sus tetas era muy flácidas pero me parecía excitante y mientras más apretaba, más directamente empezaba ella a masturbar mi pene por sobre el pantalón. Sin besarnos aun, nuestras miradas no se cruzaban. Solo nos tocábamos de forma intensa como si el cruce de miradas implicaba que estábamos haciendo algo malo.
Yo tome le iniciativa de ponerme sobre ella. El asiento se tornó incómodo y lo recline hacia atrás para que ella quedara acostada. Su vestido largo de mujer mayor hacia que todo fuera más fácil, luego de levantarlo, metí la mano dentro de su coño que se sentía muy peludo. Sus manos estaban a los lados, pero cerraba los ojos y hacia gesto de placer con su rostro. Luego de meter mí dedo muchas veces y sentir que ya estaba bien mojada, empecé a bajar mis pantalones.
Estando sobre ella pude penetrar su vagina y con la incomodad no podía sostenerme. Tal vez eso hizo que me corriera muy rápido o fue simplemente fue la excitación del sexo casual. Pero mi polla seguía muy dura y luego de levantarle un poco las piernas, seguí penetrándola fuertemente mientras ella gemía de placer. Esta vez ya tenía mi cintura tomada con mucha fuerza.
Sus brazos me jalaban hacia ella y empujaba su pelvis como intentando controlar la clavada que le estaba dando. Luego de unos diez minutos más me corrí por segunda vez y ya sentía que estaba satisfecho. Mis piernas no aguantaban y como pude, me fui hacia el asiento del piloto mientras ella solo bajo las piernas y tocaba sus pechos. Intentaba con otra mano echar un poco de aire a su cara pero su rostro aun reflejaba algo de excitación.
Entonces sin avisar se lanza sobre mí y empieza a chupármela con mucho entusiasmo, yo necesitaba algunos minutos para poder recuperarme. Cuando eres un hombre casado no acostumbras a echar más de un polvo. Pero mirando su insistencia, sentí algo de pena y la acosté boca arriba sobre mis piernas, metí mis dedos en su raja y empecé a masturbarla para darle algo de placer.
Solo quería ganar tiempo de poder volver a estar duro, pero mientras frotaba su clítoris, ella tomaba mi verga con sus manos y sin darme cuenta ya sentía que podía metérsela nuevamente. Pero fue ella quien ahora se monta sobre mí para penetrarse ella misma. Una posición más cómoda, pero por no haber follado jamás en un coche, no podía saberlo.
Sentada sobre mí se movía intensamente, pero ya habiendo eyaculado dos veces, me pude controlar un poco y ella empezó a gozar. Su pelvis se estrellaba salvajemente contra mi barriga mientras yo le chupaba las tetas y rápidamente empezó a tener orgasmos. Se sentía muy bien la forma como se movía y jamás había sentido con eso mi esposa. Incluso en tantos años de casados nunca sentí que el sexo fuera tan satisfactorio para una mujer.
Por un rato estuvimos así y solo quería apretar sus senos para seguir escuchando como gemía. Cuando de pronto se detiene y pensé que ya había terminado todo, entonces ella se levanta y como si nada se la mete por el culo. No me lo esperaba y la impresión fue muy grande. Me sentía como un pequeño impresionado porque esa era la primera vez que estaba dando una follada anal. Sus movimientos experimentados hicieron que me viene por tercera vez y esta vez fue dentro de su ano.
Luego de sentir que me vine, se quedó quieta y se pegó mucho junto a mí, acariciaba mi cabello y yo solo intentaba respirar. Pasaron unos minutos y todavía estaba dentro de su ano. Ella se bajó y pasó al asiento del pasajero para empezar a arreglarse y me pidió que prendiera el coche. Saco algunas toallas de su cartera para limpiarse y se arreglaba el cabello mientras íbamos en el camino.
Luego de conducir por unos cinco minutos, me pidió que me desviara hacia una ruta comercial donde paran algunos taxis cerca de un centro comercial. Me pidió que la dejara en la parada más cercana y mientras yo esperaba una conversación, se bajó sin decir más nada.
Han pasado cinco años y jamás volvió a ir a mi tienda. No he vuelto a serle infiel a mi esposa y las veces que la llamé, el número aparecía desconcertado. Hasta el día de hoy, tampoco he echado una follada tan buena como la que tuve ese día.